lunes, 30 de julio de 2012

El último caballero oscuro

The Dark Knight Rises

Como superhéroe, nunca sentí el nivel de fanatismo o afecto que la mayoría de la gente suele tener con Batman. Desde niño siempre fui más de Superman: me gustaba la idea del Dios piadoso y caritativo que daba todo de sí por ayudar a la humanidad —de ahí mi gusto por All-Star Superman, de Morrison, que muestra el lado más humano e idealista del encapotado de rojo—. Batman, por otro lado, me resultaba un concepto soso: un hombre cualquiera vestido para combatir criminales y uno que otro supercriminal, motivado por algo tan mundano como la muerte de los padres —ya de niño la violencia me parecía algo dentro de lo común, incluso la de ese tipo mientras que se daba una vida de lujo y riqueza en su mansión. Sentí más cercano a Superman, comprendí más su drama, el de un ser solitario y distinto por naturaleza, que el de Batman/Bruce Wayne, pues encontraba imposible empatizar con un multimillonario de condición física inhumana que dedicaba su tiempo libre a combatir el crimen.

Llegó Batman Begins (2005). Dirigida por Christopher Nolan y con un Bruce Wayne que dejaba de lado ese tufillo de playboy mamonazo que no habían podido dejar de lado ninguna de las adaptaciones audiovisuales del personaje en la pantalla grande (y Adam West), sentí una debilidad muy grande por esta versión tanto del mencionado Wayne como de Batman: el uno revolcándose y sufriendo, formándose lejos del perfil de niño rico y mostrándose reacio a él, usándolo como un disfraz; el otro mostrándose francamente incompetente en muchas situaciones, necesitando de terceros ya no para salir airoso, sino con vida. Lo mismo vendría en The Dark Knight (2008), en la que se reinterpretaría a uno de los personajes más afamados del universo del murciélago, Joker, como una fuerza pura de anarquía y caos, que llevaría a Batman a disyuntivas éticas y físicas que lo pondrían al límite, haciéndolo pequeño y despojando al personaje de su cabronez clásica para dejarlo convertido en un hombre sin todas las fuerzas ni todas las respuestas y que llega a un punto de dar lástima. TDK quedó como la mejor película de superhéroes y hasta ahí. Y luego siguió The Dark Knight Rises.

A nivel expectativa, es imposible no ver a TDKR como un producto mediático, como la parte final de un espectáculo iniciado hace siete años. Chris Nolan viene a finalizar una de las trilogías más aclamadas de los últimos años, al nivel de la de Peter Jackson en cuanto a penetración en la cultura del cinéfilo promedio. Mucho de esto tiene que ver sin duda con Heath Ledger y su Joker, el aporte máximo de la saga a la cultura popular. Su acierto quizá fue hacerlo totalmente suyo al mofarse de todo lo que los fans sabíamos sobre él You wanna know how I got these scars?— y mostrarlo como un ser cuasisobrenatural, un ente sin origen ni destino que encarnaba el caos y el azar y cuyos planes eran ambiguamente posibles. Aparte de ello, la trilogía de Nolan ofrece muy poco que pueda competir, en un nivel crítico, con la trilogía de Jackson, o incluso la de Raimi, pero deja en The Dark Knight un motivo para hacerse fan de su versión del superhéroe DCíta en lo icónico, construyendo a un personaje que, en su sencillez y falta de seriedad, se convirtió en favorito instantáneo.

Y en ese aspecto The Dark Knight Rises no supera a su antecesora. Ni en ese ni en el cinematográfico.

Habría que recalcar que, ante todo, TDKR es una película que muestra muchas de las características de Nolan y que, además, recicla muchísimo de su antecesora, como la historia  — otra vez nadie puede salir de Gotham por orden del villano, hay explosivos/bombas de por medio, el malo intenta despertar a los ciudadanos de la ciudad a nivel filosófico.... Desde el trabajo de Hans Zimmer, que aquí también se vuelve pomposo y opaca, por deseo explícito de Nolan, a la acción en pantalla, hasta el montaje, sello característico del director y en el que llegan a basarse mucha de sus virtudes en escenas de acción, más allá de la filmación de las mismas. Su ritmo es inconstante, no pudiendo hacer que la película fluya ágilmente muchas ocasiones y estancándose en largos periodos de explicaciones y profundización de personajes y situaciones que sirven meramente como preludio al "gran momento" de la película. 

En todo caso, lo mejor de TDKR y de la saga en general son sus personajes y quienes los interpretaron. El conjunto llega a ser inestable, pero en solitario varios funcionan como piezas clave para contar la historia, como una baraja de tarot. Resultan atractivos por la reinterpretación, por la mirada particular  —y esto sin decir que es propiamente buena o mala— de los Nolan y Goyer. La intención de hacerlos, dentro de lo posible, personajes reales y humanamente creíbles. Quizá es por ese Batman a medio morir que, después de tanto entrenamiento, sigue siendo incapaz de trabajar solo o por ese Joker contradictorio, que se presenta como el caos pero que en realidad es un planificador de precisión milimétrica.

Y bueno, terminando con The Dark Knight Rises: no, no es perfecta y, como dije, no supera a The Dark Knight. Sin embargo, es un cúmulo de lo típico en Nolan, lo que a algunos nos resulta disfrutable. Y, siendo fan, temo que debo dar mis manos a torcer por el amor a la saga: es una película mejorable, pero no dejo de admirar lo hecho, no dejo de apreciar el espectáculo —y en ese sentido, creo, sobresale en comparación con cualquier blockbuster proyectado en lo que va del año  y de emocionarme por saber que, al menos que haya una buena oferta para Nolan y compañía, es el final de este Batman particular.

The Dark Knight Rises

The Dark Knight Rises
Estados Unidos, Reino Unido; 2012
Director: Christopher Nolan
Protagonistas: Christian Bale, Tom Hardy, Anne Hathaway, Joseph Gordon-Levitt, Marion Cotillard