Uno puede vivir toda la vida en la misma casa en la que habita el padre. Se da por hecho para los demás, inconscientemente, que vivir con el padre es como vivir con un amigo o incluso un camarada de negocios (en caso de ser varón) o que se vive con él tanto porque aun no se encuentra al propio hombre para vivir o, en otro caso, para cuidarlo, no para depender de él (en cuanto a la mujer).
Vivir con la madre, sólo con ella, es algo muy distinto.
Un hombre que vive con su madre pasando la edad de los 28 —y, siendo muy permisivo, de los 30— años suele tener ya un aura de fracasado laboral e incluso intelectual. Se le suele asociar también con la homosexualidad y con otro tipo de fracaso: el hombre que no es hombre, únicamente "un remedo de..." y que, al no seguir el patrón natural de vida del varón (casarse con una mujer y tener hijos), no tiene otra opción que vivir en una infancia perenne, invirtiéndose los papeles en los últimos días de la madre y convirtiéndose esta última, ya muy anciana o muy enferma, en la que necesitará el cuidado del hijo castrado.
Una mujer que vive con su madre pasando los 30 años (e incluso un poco más, pues con las mujeres suele haber cierta consideración impropia en el hombre) pasa eventualmente a convertirse en una "quedada": alguien que nunca consigue un hombre con quién casarse y de la que se deduce, por ello, incompetente en lo sensual y sexualmente femenino. Se le aprecia con lástima, pues su incapacidad para explotar sus cualidades femeninas —la belleza física, la actitud sumisa a los deseos del hombre o sus habilidades nulas en cuestiones del hogar— la colocan en un nivel inferior al de la mujer realizada, que está casada y tiene hijos. Existe el caso excepcional de la madre soltera que vive con su progenitora por la necesidad de estar con alguien que la ayude económica y afectivamente con su hijo, y aun ella no está exenta de cargar con muchos de los estigmas.
Estos prejuicios se suponen arcaicos y en desuso: ni la homosexualidad se ve ya como el fracaso de la realización adulta ni el matrimonio se supone el fin máximo la vida humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario