sábado, 1 de enero de 2011

Y el 2011

El 2011. Terminó el 2010, y ya estamos en el 2011.

Antes que nada, quisiera disculparme por el comportamiento tan errático en este lugar. Si bien sé que lectores fieles tengo poquísimos, para mí es importante seguir escribiendo aquí ya que, sea por desplantes de pedantería, por ejercicios de crítica, por ganas de compartir algo o por tener algún modo de relacionarme con más personas. La disculpa, en última instancia, va dirigida a mí, por no darme el tiempo de estar aquí todo lo necesario y dejar muchísimas cosas pendientes o desaprovechar los pocos escritos que he tenido oportunidad de hacer.

No recuerdo si ya lo dije aquí, pero de nuevo trabajo, y ahora en otro periódico (el de mayor circulación en Culiacán, de hecho). Llevo mes y medio y aunque me he relacionado bien con la mayoría de mis compañeros de trabajo, confieso que no me siento agusto y creo que en breve saldré de ahí. Lo que sí es que pienso buscar inmediatamente otro trabajo, pues mi gran meta del 2011 es ahorrar lo suficiente para irme a vivir al DF. Sí, sé que usted, posible lector defeño, se caga en su ciudad y la considera el tártaro de nuestra era, ¿pero qué quiere que le diga? A mí me gusta mucho.

Un poco relacionado con eso, quizá lo más destacable del año es que pasé la mitad de él fuera de mi ciudad: los primeros cuatro meses del año estuve en Guadalajara y los dos del verano vacacional en el DF. Experiencias totalmente nuevas, pues nunca había vivido fuera de mi casa por tanto tiempo y alejado de mi familia. Y aunque ambas fueron por motivos académicos, definitivamente terminé aprendiendo muchísimo fuera del contexto académico.

Aprendí mucho, por ejemplo, de hablar con las personas que quiero. Es maravilloso lo que puedes aprender de la sinceridad de las personas, sea cual sea su nivel socioeconómico o su acervo cultural. Y conocer personas nuevas es muy importante, aún cuando estas sean pasajeras en tu vida. Fue quizá lo mejor de mis paseos: mis nuevas adquisiciones sociales.

También dejé ir gente, por fin. Lozas gigantes sobre mi espalda, mohosas y resquebrajadas. Dejaban llagas horribles en mi espalda y me hacían sangrar, dejando un rastro tinto a cada paso. Muchas de esas personas eran gente de años, otra gente que conocí este mismo año pero que merecían el mismo destino. Siempre ha sido el gran dolor de mi vida: dejar ir a la gente y perder esa supuesta virtud que me haría darle su espacio a cada persona en mi corazón, por pequeño que éste fuese. Y quizá es poco humilde y bla bla bla, pero soy mucho más grande que lo que esas personas perciben de mí y merezco más de ellos. Creo que ha sido la solución más inteligente, pero no la más saludable ni indolora.

Finalmente, me di cuenta de como el León, el animal, ha tenido un gran simbolismo en 2010. Desde personas, lugares, situaciones... todo ha estado relacionado en mayor o menor medida con un león. Caí en cuenta de esto hace algunas noches y quedé muy sorprendido, de esas cosas que parecen sacadas de los cuentos.

¿Y qué para este 2011? Como siempre, daré lo mejor de mí y buscaré la felicidad. Sin embargo, a diferencia de otros años, buscaré mi felicidad aún a costa de los demás. Creo que debe ser mi año y que alguien debe salir lastimado en el proceso.

Mis mejores deseos.

1 comentario:

Alan dijo...

El DF es bonito D: Por cierto, yo me apellido León xD

Buen 2011 (: