jueves, 17 de noviembre de 2011

Hojas al viento

The Tree of Life

Da la impresión de que The Tree of Life (2011) es una película que le salió al revés a Terrence Malick. Dividida en dos bien delimitadas "secciones", la película invita a un ejercicio de meditación a través de la introspección y la contemplación, divagando sobre una de las cuestiones más nucleares, si no es que la más, de la identidad humana: la vida y la muerte.

Salió al revés, decía, porque, y esto hablando a nivel personalísimo, logró lo contrario de lo esperado: mientras que su lado "convencional" me pareció digno de contemplación y una invitación a cuestionarme lo mundano de la vida, su parte "abstracta", compuesta por escenas donde se estampaba la sucesión de fenómenos naturales —algunos prehistóricos—, me pareció una vacua serie de clips que, además, ocasionalmente echan mano de la voz en off, alejándolos todavía más de ser piezas sui generis (o pretensiones de).

FamilyTreeOfLife

Su acierto más grande es el elenco, siempre competente a la hora de retratar la vida familiar típica estadounidense de los años 50. La dos polos paternales en la película, el del padre recio y duro que educa con mano firme y el de la madre con espíritu libre y amor por la vida, resultan una metáfora que funciona gracias a un Brad Pitt y una Jessica Chastain que se adecuan tanto en lo actoral y en lo presencial, cumpliendo incluso a nivel físico y de apariencia. Lo mismo ocurre con los hijos, que son el núcleo del drama filosófico y los detonantes para la mayoría de los momentos introspectivos, todo acorde a su papel de entes sumisos al designio de las fuerzas tan poderosas como contrarias que los rigen y como personas en desarrollo, en etapas cruciales de la vida. Mención aparte para Sean Penn en un papel que, aunque intenta darle un sentido más profundo, su personaje, modesto pero correcto —el hijo mayor del matrimonio ya crecido, que mira en retrospectiva su vida—, es totalmente prescindible.

Sin embargo, tanta buena ejecución —que también puede presumir de excelente fotografía y estética, dicho sea de paso— se ve opacada por su montaje y la intercalación con la "sección abstracta" del filme, algo que está levantando pasiones entre mucha gente, y con justa razón. Y es que, más que cuestionar en sí la forma del film —respetable en cualquier cineasta—, es interesante ver la benevolencia que están teniendo hacia éste sólo por, infiero, tener el nombre de Terrence Malick a sus espaldas, cuando, tratándose de cualquier otra persona, se criticaría como un elemento facilón y con poca propuesta, que cae en muchos lugares comunes y que no logra acoplarse a la otra "sección" del filme tan bien como se quisiera. Peca, incluso, de tener ocasionalmente una estética de videoclip genérico, sin un esfuerzo por buscar nuevas perspectivas de la naturaleza. Sus tomas parsimoniosas de la naturaleza terrestre, sus escenas en CGI de la prehistoria y del espacio y sus secuencias químicas psicodélicas son, por decirlo de un modo, irónicas: aunque tienen una función clara dentro de la película, no están presentadas de modo que se justifiquen, que merezcan un lugar al lado de su otra sección.

Aunque la decisión de Malick o de cualquier artista sobre la composición de su obra no es cuestionable en términos comerciales, la falta de dinamismo en su narración es algo que vuelve muy pesado a todo el conjunto, opacando además a la historia familiar, la cual debería, considero, ser la que lleve la batuta, la que encuentre un espacio dentro del apartado naturalista, y no funcionar como una mitad escindida con brusquedad de su otra parte pero empaquetada a fuerza con la misma. Malick no logra el equilibrio necesario, y aunque hay cierta belleza en ambas partes y cierto encanto en la intercalación de narraciones, pudo haber más destreza en su unión y presentación.

1 comentario:

Yayo Salva dijo...

No soy gran aficionado al cine. En todo caso, al cine clásico y trasnochado. Pero disfruto leyendo tus digresiones de auténtico cinéfilo.